Ni hao aquí, ni hao allá, ni hao por todas partes y yo no conseguía saber cómo llegar a mi destino! Cada vez me pesaban más mis bolsas pero me sentía como un San Cristóbal moderno y las llevaba con estoicismo..
Debía parecer algo así como el tonto del pueblo a los muy respetables ciudadanos de Shanghái mientras les seguía parando para preguntarles si estaban bien (Ni Hao, ni hao …) cuando debería estar diciendo Ching Wen. Esta expresión se transcribe como perdón en la romanización del chino estándar (por supuesto, entonces yo no sabía que esta era la manera de iniciar una solicitud de asistencia en la calle y es que estos chinos son… tan correctos). En lugar de preguntar por la salud de los desconocidos, al menos habría sido un inicio más diplomático y podríamos haber proseguido desde allí y eliminado la barrera del idioma de una u otra manera por lo menos para que yo llegara a la estación de metro más cercana. Un joven chino llevaba el nombre de RAMONES estampado en su pecho. Era probablemente el t-shirt de rock más vendido de toda la historia, me dio un rayo de esperanza.
Cuando me escuchó decir la palabra metro, señaló hacia una fachada de tiendas en la distancia mientras fingía, con su mano, poner comida en la boca. Sí, podía distinguir que en un cartel decía METRO e inmediatamente lo reconocí como una en la cadena de tiendas de Metro en letras grande, que se asemejan a la cadena estadounidense 7-Eleven y estaban dispersas por toda la ciudad. De hecho, es una tienda que yo visitaba cada noche durante mi estancia en Shanghái. Le di las gracias, aunque decepcionado. Eso, no lo podía ocultar.
ATRAPADO EN LA COLA
Sentí un repentino aumento de ansiedad y sabía que la desesperación se apoderaba de mí de nuevo. Además, tenía grabada en mi cara esa sensación pero a esa gente que más le daba? Ahora no simplemente paraba a la gente, sentía que les incordiaba. Ni siquiera tenía el billete de metro usado para ayudarme.
Una vez más mi lazada se deshizo, y me estaba pisando el cordón. Esto me hacía tropezar pero no había espacio para agacharme y atarlo. Además, las bolsas que llevaba me obligaban a ir avanzando entre la gente a trancas y barrancas. Fue agónico, de verdad.
¿Dónde iba? ¿Por qué? Mi estado mental ya estaba bastante mal, pero ahora se había convertido en una auténtica pesadilla y tenía que andar saltando con mucho cuidado para no caer. Era mi calvario personal. Me recordó a la carrera de tres piernas, pero esto no era gracioso. Lo irritante es que yo no era el único que pisaba el cordón de mi zapato, había alrededor de una docena de personas que se turnaban para hacerlo también. Evitaba el talegazo lo mejor que podía pero decidí que tenía que intentar atarlo de alguna manera porque si me caía podría ser pisado fácilmente e incluso podrían matarme. De repente la multitud se detuvo.
Encontré un poco de espacio y me quedé quieto en ese lugar por unos segundos. Entonces aproveché y logré agacharme. Sentí el contorno de mi pasaporte en el trasero. Lo tenía en el bolsillo de atrás de mis vaqueros. Pensé paradójicamente que eso podía llevar al otro lado del mundo pero en cambio no era capaz de llevarme a una estación de metro.
Me incliné hacía abajo, estaba a punto de lograrlo. pero justo antes de poder apretar la lazada noté a mis espaldas un aumento repentino de afluencia de gente. La rodilla de un chino me dio en el trasero. Tenía dos bolsas de plástico en cada mano y casi suelto una de ellas pero afortunadamente había metido mis manos a través de las asas por seguridad. Aún así, casi me hubiera gustado quitármelas de encima, estaba realmente incómodo. A pesar de todo ello, otra vez, tocaba seguir adelante.
Esto era una locura indescriptible! Cómo llega una persona normal a encontrarse en una situación así? O acaso yo no era una persona normal…
La vista noctura de Shanghai mas conocida pero dónde estaba? Cada día caminaba desde allí casi todo el camino a mi hotel
Era alucinante. Una vez más, todos nos seguíamos tambaleando al unísono y así continuamos durante unos segundos, paramos y seguimos de nuevo, paramos y seguimos. Como aún no había conseguido atarme el cordón del zapato, sólo quedaba una solución. Tendría que tomar una decisión drástica antes de que eso pudiera causar que me cayera y muriera pisoteado y aplastado en territorio chino. Haciendo palanca con el otro pie pude librarme de mi zapato. Allí se quedó abandonado por debajo de la masa humana que se esforzaba por llegar a ver el partido de futbol.
Bueno, digo partido de futbol. Es que los chinos estaban locos por el futbol. Divisé en la distancia una especie de estadio con sus luces brillando en la alta oscuridad de la noche.
¿Iban todos juntos al mismo sitio?
La multitud estaba muy animada y debo admitir, a regañadientes, que me levantó el ánimo un poco. Hasta me permití el lujo de soltar un chiste para mí mismo, “Hostia, no tengo entrada”.
Pero vamos a ver… ¿cuáles son los puntos de referencia aquí? ¿Estoy perdido o encontrado? ¿Tengo un problema o no? Y si tengo un problema y puedo sonreír en medio de ello, realmente es un problema tan grande? Mi mente se estaba poniendo en modo filosófico rayando ya en la metafísica pero a pesar de semejante complejo cerebral, yo estaba siendo racional por una vez. ¿Pero no es nada más que un reflejo de la vida y nuestra forma de ser? Casi todo en la vida es relativo, verdad? Al fin y al cabo tampoco estaba en el corredor de la muerte. Y punto.
Con todo, duró poco la sensación. Estaba hecho un lío. Mi auténtica realidad se estaba apoderando de mí de nuevo. Quería vivir en el momento presente y no lo lograba. Las bolsas me pesaban mucho y otra vez me planteé dejarlas allí tiradas. Pero en una sociedad moderna no es tan fácil deshacerte de una bolsa sin riesgo de convertirte en sospecho de terrorismo si no hay una papelera o un cubo de basura cerca. Me imaginaba que en China era igual que en el mundo occidental.
Los puestos de perritos calientes y bebidas estaban prácticamente pared con pared pero aún así estaban haciendo el agosto. Los clientes iban saliendo de lo que finalmente me di cuenta era una cola que se movía lentamente para adelante. Después de comprar su comida, regresaban como podían al mismo lugar donde habían dejaban la cola y seguían adelante paulatinamente..
Allí va otra Haipat. Esta palabra se destacó del resto del chapurreo constante de los vendedores. Eh, ya sé dos palabras en chino, reflexioné irónicamente (no hay mal que por bien no venga, pensé. Al final, toda en la vida es el color en el cristal con que se mire). Total, volviendo a las necesidades básicas, ya sé pedir un perrito caliente, pero no gracias, me quedo con mis fideos chinos.
Después de unos minutos, no supe por qué razón, la muchedumbre disminuyó considerablemente. Se me ocurrió que una parte de la cabecera habría accedido al estadio. Ahora hubiera podido fácilmente haberme salido de la cola para atarme el cordón, pero demasiado tarde porque el zapato había desaparecido entre la multitud. ¿Debería volver sobre mis pasos para encontrarlo?
No! sería demasiado arriesgado. Pero por el contrario ¿qué sentido tenía seguir hacia adelante si la estación de metro estaba atrás. Todas estas personas amontonándose de nuevo a mi espalda me hacía pensar que sí, lo estaba. Me fijé en que había dos adolescentes chinas y un hombre que no estaban en la cola pero permanecían en un lado de ella. Me miraban y supongo que se preguntarían de que iba este tio.
Haipat! Haipat! Haipat
(Oye, mete tus perritos calientes por donde te quepan!)
Dos parejas de mediana edad se colocaron junto a mí. Yo, frenéticamente, aunque sin sentido, señalé mis bolsas de plástico con el nombre del mercado interior grabado en ellas y los cuatro, en un alarde de trabajo en equipo, me apuntaron al unísono en una misma dirección. Claro, ¿dónde, si no? Estaba tan desconcertado en ese momento que mis acciones no tenían ni pies ni cabeza. Se estaba haciendo de noche muy rápidamente.Ya no podía más. ¿Dónde podría dormir? ¿Iba a ser secuestrado en plena oscuridad. Podrían raptarme mientras dormía en el frío portal de alguna de las tiendas de esa callejuela? ¡No, por favor. Dios no lo quiera! ¿Me asaltarían y me dejarían allí tirado? (De acuerdo, tomad mi dinero, pero por favor, NO mi pasaporte. Coged las cosas que compré en el mercado, cogedlo todo, pero no os llevéis el pasaporte). Ser asaltado pero que me dejaran el pasaporte sería el menor de los males. Nunca había sido atracado, pero siempre hay una primera vez para todo.
Continuará